Pegaso, el indomable caballo volador al que Zeus encomendó el rayo y el trueno, pasa veloz por mi ventana dejando el aire impregnado de olor de lluvia antes de caer
Aparece Saturno, que lamenta que lo representen como a un viejo encorvado devorador de niños, confundiéndolo con el griego Cronos.
Me ofrece un cuenco con semillas que planto en una maceta.